jueves, 10 de septiembre de 2009

El último susurro de la ciudad

No era Sábado. Estaba seguro.
Había dejado de correr hacia un tiempo y su cuerpo (ahora agotado) se había calentado y ejercitado como nunca lo había hecho antes.
La confusión explotada y algunas que otras substancias no apropiadas para menores lo habían hecho revivir de su interior oscuro. Aquel chico de apariencia tranquila que malgastaba su tiempo en un sofá hundido, y algo sucio, no se encontraba al otro lado del espejo en ese momento. La ceja arqueada y una sonrisa burlona, incluso amenazadora, podría haber asustado al más valiente de la manzana.
A estas horas de la mañana tan solo se podían escuchar algún que otro ruido entre las sabanas del vecino, un roce de piel o el grito desesperado del pequeño que moja la cama. Pero él, gracias a su oído, podía percibir mucho más. Eran los crujidos de la naturaleza durmiente que comenzaba a despertar.
Los rayo de luz rozaron cada poro de su piel y él pudo escuchar la hierba despertar y las nubes creciendo en el cielo. Respiro excitado por las drogas y la mala vida y ando hacia su portería. Siguió el ruido de sus propios pasos, escucho a distandia los ronquidos de con quien compartia techo y poco después, al abrir la puerta de su hogar no familiar y desordenado, pudo notar un pequeño silbido de paz.
Las sabanas al rozar, los pies helados bajo la manta, olor a champú, uno sonrisa entre un sueño y el abrir furtivo de unos párpados sin querer. Intento tranquilizarse y mirar al frente concentrado en su mano izquierda, moviendo lentamente frente a él para que tal ejercicio le propiciará el sueño tan deseado. Poco a poco todo se tiño de un oscuro soñoliento.

- Víctor, estas bien?

Y es que él era de esas personas especiales, que nunca quería razonar ni creer, tan solo componer y crear melodías reales a cualquier sentido. Y no le hizo falta que se despertaran para sentirse querido y admirado. Eso ya lo había captado hacia un rato.
El ultimo sonido bajo su piel y su vida, la última respiración, el único susurro de la ciudad.

2 comentarios:

Favio dijo...

dame música entonces desde cada poro de tu piel

:)

Joselu dijo...

Ganas en densidad, se nota el tiempo que pasa, el poso del amor, de las heridas, de la vida que simplemente pasa y que nos sigue desconcertando. Pero queda la potencia de uno para ser capaces de desentrañar el misterio de vivir. Ojalá todo te vaya muy bien. Me alegro de que sigas publicando. Un cordial saludo.