miércoles, 21 de julio de 2010

U

Tumbada sobre el colchón puedo escuchar tu voz.
Hablas tan lento con esta luz de luna que no queda otra opción que silenciar todo el entorno para poder concentrarme solo en tus labios. Hay azul en el techo, verde y una pizca de naranja. Tus manos se concentran en no rozarme ni un poco, tus ojos en no mirarme y tu mente en ignorarme.
Lo echaba de menos.
Todas estas palabras confiadas dirigidas al viento, las sonrisas a oscuras, el que te burlaras de mi nombre y dejaras que yo me enfurruñara y te pegará.
Sentirme querida de este modo tan poco convencional.

1 comentario:

Joselu dijo...

Saludos desde el Pirineo. En cuanto a la forma de ser querido uno es un misterio muy íntimo, pero en mi experiencia, sólo las relaciones equilibradas llevan a la felicidad. La pasión suele ser mala consejera porque está dispuesta a todo. Pero esto suele aprenderse con el tiempo. Saludos desde la distancia.