sábado, 5 de febrero de 2011

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Lo que más me gusto de pasar esa noche contigo fueron tus putos desprecios, como si yo fuera la zorra más descarada que tú hubieses visto.Tan dulce y tan zorra. Lo dejaste todo tan claro.Perdona por quererte ante todo, yo disculpo el que me robaras algún que otro beso y me confundieras con cualquier otra. Creo que te asustastes al comprobar que el cuerpo que llacia bajo tus sabanas era el mio. Te consolastes con imaginar que todo aquello pasajero tan solo había sido un sueño y al ver mi rostro te odiaste.Maldito seas. Mi felicidad residía en quererte a escondidas y adorarte. Abrazarte como hacen los niños al ver su propia sangre y espantar algún que otro monstruo escondido en tus armarios. Arroparte del frió y esperar que tu espiración se endulzara para así poder dormir tranquila. Mirarte a los ojos y notar que ocurría. Ahora ya no hay nada de eso, y no es por mi, es por tu maldita culpa. Porque yo, pequeño imbécil, no fui la que prefirió lo instintivo, no. Yo solo quería quererte a escondidas y taparme los ojos para no ver lo que se reflejaba en tu espejo en tus noches de desenfreno. Y ahora pretendes desaparecer?
Cortame tu la piel de mi muñeca y haz que olvide tu nombre de una puta vez.

1 comentario:

Joselu dijo...

Poética desgarrada y trágica, abocada al desencuentro. Al final, lo sé por experiencia, son mejores los buenos chicos, que se dejan querer, que las experiencias dramáticas y dolorosas. En el amor la literatura no es buena consejera.